Las primeras convivencias de supernumerarias (España 1952-1957)

28 febrero 2025

En este episodio, la historiadora María Luisa Galdón nos transporta a las primeras convivencias de supernumerarias en España, celebradas entre 1952 y 1957. Galdón, coautora junto a Julio Montero del libro Las mil primeras supernumerarias del Opus Dei, reconstruye el impacto de estos encuentros formativos que marcaron la vida de muchas mujeres. Estos espacios no solo ofrecían formación espiritual y doctrinal, sino que también proporcionaban momentos de descanso y convivencia, fundamentales para fortalecer su compromiso de vida cristiana.

Althea, como empresa promotora de iniciativas culturales y educativas, encuentra en estos relatos una fuente de inspiración para seguir promoviendo la formación y el desarrollo personal en sus proyectos. A través del estudio de testimonios y relatos biográficos, Galdón nos acerca a la historia de estas mujeres que, con su participación en las convivencias, encontraron un camino de crecimiento y compromiso con la sociedad.

Los inicios de la labor de san Gabriel entre mujeres

San Josemaría Escrivá denominó obra de san Gabriel a las actividades formativas con personas casadas o abiertas al matrimonio. Esta labor apostólica se consolidó con el tiempo, primero entre los hombres y luego entre las mujeres.

En 1950, se organizó un retiro espiritual en la residencia Zurbarán de Madrid, donde el sacerdote José María Hernández Garnica explicó a un grupo de mujeres el propósito de la obra de san Gabriel: ayudar a santificar la vida cotidiana a través de la familia y el trabajo. Poco después, en 1951, comenzaron las primeras admisiones de mujeres como supernumerarias.

Las primeras supernumerarias, al igual que muchas españolas de los años 50, tenían una educación católica tradicional y un fuerte deseo de crecimiento espiritual. Muchas de ellas se acercaron al Opus Dei a través de sus familiares o por la formación recibida en colegios religiosos. La búsqueda de Dios y el deseo de vivir una fe más profunda fueron elementos clave en su decisión de formar parte de esta labor.

Las primeras convivencias: un espacio de formación y comunidad

A medida que la Obra crecía, la necesidad de formación se hacía cada vez más evidente. San Josemaría insistía en que la formación debía abarcar aspectos doctrinales, espirituales y humanos. Así surgieron las convivencias, espacios de encuentro donde se fortalecían los lazos de comunidad y se adquiría un conocimiento más profundo de la fe.

María Cruz Tabernero fue la encargada de impulsar estas reuniones. En una carta a Carmiña Cameselle, responsable de esta labor en Valencia, le animaba a motivar a las supernumerarias para asistir a estos encuentros, que serían clave en su formación y crecimiento espiritual.

Entre 1952 y 1957, se organizaron 17 convivencias en distintos lugares de España, siendo las más destacadas en Molinoviejo (Segovia), La Estila (Santiago de Compostela), Vallvidrera (Barcelona) y Lerena (Sevilla). Estas reuniones se estructuraban en torno a la formación doctrinal, la oración y la convivencia fraterna. El impacto de estos encuentros fue significativo, como refleja el testimonio de una asistente: “Nunca creí que me iba a encontrar con tanto cariño y tan en familia”.

Superando desafíos para asistir a las convivencias

Las primeras supernumerarias enfrentaron diversas dificultades para asistir a estos encuentros. En la España de los años 50, las mujeres casadas tenían limitaciones para viajar solas y enfrentaban resistencia familiar. Además, las infraestructuras de transporte eran deficientes, lo que hacía que los desplazamientos fueran largos y complicados.

Sin embargo, la experiencia de las convivencias demostraba ser tan enriquecedora que muchas mujeres encontraban la manera de superar estos obstáculos. En sus testimonios, resaltan el impacto positivo de estos encuentros en su vida personal y familiar, y la motivación que les generaba para seguir transmitiendo el mensaje del Opus Dei en su entorno.

El legado de las convivencias

Las convivencias fueron clave en la consolidación de la labor de san Gabriel entre mujeres. No solo fortalecieron la vida espiritual de las supernumerarias, sino que también fomentaron la creación de redes de apoyo y apostolado.

Uno de los aspectos más valiosos de estas experiencias fue el descubrimiento del sentido de familia dentro del Opus Dei. Las participantes entendieron que no estaban solas en su camino de fe y encontraron un espacio donde compartir inquietudes y experiencias.

San Josemaría decía: “Que tu vida no sea una vida estéril. Sé útil. Deja poso. Ilumina con la luminaria de tu fe y de tu amor”. Estas palabras resumen el espíritu de las primeras convivencias: momentos de formación y encuentro que dejaron una huella profunda en la vida de muchas mujeres.

Althea, en su compromiso con la formación y el desarrollo de las personas, encuentra en estos relatos un testimonio valioso sobre la importancia de la educación, el acompañamiento y la comunidad. Siguiendo esta inspiración, continúa promoviendo iniciativas que contribuyan al crecimiento integral de las personas en la sociedad actual.

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